Tazón de fresas

Fresas editadas con CRISPR son más firmes y resistentes


En un avance revolucionario, investigadores de la Universidad de Málaga, España, han aplicado la tecnología de edición genética CRISPR/Cas9 para mejorar la vida útil de la fresa.

El resultado fue significativo al incrementar la firmeza de la fruta, una reducción del ablandamiento poscosecha y una mayor resistencia a enfermedades como la pudrición por hongos.

La firmeza mejorada de las fresas editadas contribuirá a una mayor durabilidad durante el transporte y almacenamiento, mientras que la resistencia mejorada a enfermedades ofrece una protección crucial contra la pudrición, un problema común en la producción de frutas. 

Estos avances no solo se traducen en beneficios económicos para los agricultores, sino que también tienen un impacto ambiental positivo al reducir la pérdida de alimentos.

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Mayor firmeza en fresas editadas con CRISPR

La investigación comenzó por identificar el gen que codifica la enzima responsable del ablandamiento de la fruta en el genoma de dos variedades de fresa: Camarosa y Royal Royce. Una vez hecho esto, eligieron la secuencia genética de la primera variedad enunciada para crear el RNA guía necesario para construir el complejo CRISPR-Cas9 que permitiría inactivar ese gen involucrado en el ablandamiento y así lograr reducir este efecto en la fresa. 

Luego procedieron a editar genéticamente con CRISPR-CAs9 la variedad Chandler de la fresa, una de las más vendidas en España. En este ensayo se obtuvieron 15 líneas de fresas, de las cuales 10 se reconocieron como editadas exitosamente con una eficiencia de edición entre un 47% a un 100%.
 

Fresas editadas
Figura 4: Imagen comparativa de una fresa editada genéticamente y dos fresas no editadas, de izquierda a derecha respectivamente.


Después de siete días poscosecha, una proporción significativa de los frutos de control (no editados genéticamente), mostraron una textura semilíquida debido a un ablandamiento excesivo. En cambio, ninguno de los frutos de las líneas editadas seleccionadas evidenció un nivel de firmeza bajo, lo que es equivalente a que la característica deseada al editar genéticamente el fruto se obtuvo.

Además, el aumento en la firmeza de la fruta en comparación con las frutas de control fue aún mayor después del tratamiento poscosecha, lo que sugiere una desaceleración de la tasa de ablandamiento debido a la inactivación del gen antes descrito.
 

Las fresas editadas podrían beneficiar la producción en Colombia

Para marzo de 2021, el Ministerio de Agricultura expuso que cerca del 55% de la producción de fresa del país se comercializa en fresco, equivalentes a 45 mil toneladas del fruto, aproximadamente la carga de una tractomula y media. Se estima que otro 25% se dirige a los mercados de pulpas y deshidratados, mientras que el 20% restante es absorbido por el mercado de mermeladas y procesados.
 

Fresas editadasEs allí donde se encuentra que la fresa es un producto consumido, pero para que esta llegue a la mesa de los colombianos, los productores se enfrentan a diversos obstáculos como lo son su corta vida útil y la sensibilidad del fruto a hongos. Esto afecta la eficiencia de la comercialización de esta fruta en el país, por lo que posibilidad de tener fresas editadas sería una alternativa para el agricultor, el vendedor y el consumidor. 

La edición genética emerge como una solución prometedora para fortalecer la resiliencia de los cultivos y garantizar una cadena de suministro de alimentos más eficiente y sostenible. Este estudio pionero redujo la susceptibilidad a los hongos y la pérdida de agua por transpiración deja como resultado unas fresas editadas exitosamente que se caracterizan por tener mayor firmeza y vida útil poscosecha.
 

Este avance biotecnológico se suma a una serie de casos exitosos que demuestran cómo la edición genética, de la mano de CRISPR-Cas9, puede ser una herramienta poderosa para mejorar las cualidades poscosecha de frutas y hortalizas. Al abordar directamente los desafíos asociados con la pérdida de alimentos, la investigación liderada por la Universidad de Málaga destaca el papel transformador que la ciencia puede desempeñar en la seguridad alimentaria, el desperdicio de alimentos y la sostenibilidad.