maleza para nuevos biocombustibles

Maleza editada podría generar nuevos biocombustibles

Empresarios con visión quieren utilizar maleza editada genéticamente para utilizarla como materia prima en la generación de nuevos biocombustibles.

En un campo ubicado en Illinois, Estados Unidos, se está sembrando una variedad editada genéticamente de Thlaspi arvense o carraspique, una maleza que los estadounidenses llaman “stinkweed” por el mal olor que emana, los grados importantes de toxicidad que tiene, y por dejar un mal sabor a la leche producida por el ganado que la consume.

Esta maleza editada genéticamente tiene la capacidad de suprimir el compuesto causante de su mal olor y de su toxicidad convirtiéndola así en un cultivo de semilla oleaginosa, es decir, que es viable para fabricar aceite, combustibles o materiales para uso industrial.

En el campo donde se encuentra se reunieron 25 especialistas en biología, empresarios, agricultores y autoridades para examinar las primeras plantaciones a gran escala.

 

Una opción viable

El carraspique es solo una de las plantas con potencial en la industria. La carinata y la camelina, también de la familia de las brasicáceas, se perfilan como nuevas candidatas para mitigar la gran demanda global que la canola o la soya no alcanzan a cubrir. Según información de Reuters, no son producidas en una cantidad suficiente para satisfacer la demanda mundial de alimentos, piensos y combustibles ecológicos.

Pero ¿por qué se toman plantas como la carinata como candidatas? Pues según explica Glenn Johnston, Líder Global de Regulación de Carinata de Nuseed. La carinata tiene la capacidad de reducir las emisiones de carbono encontrada en la atmósfera y, al mismo tiempo, puede almacenar carbono en el suelo. Además “sirve como materia prima para biocombustibles. La  Carinata logra todo esto sin utilizar tierra adicional cuando se cultiva como un cultivo de cobertura fuera de temporada”. Explicó Johnston.

 

¿La maleza como biocombustible?

Posicionar una nueva semilla en la industria es complicado debido a los estrictos estándares regulatorios y a que debe ser producida a gran escala para ser rentable. Sin embargo, las constantes metas climáticas para reducir los niveles de carbono dan una “luz al final del túnel” ya que estas plantas pueden absorber dióxido de carbono en temporadas en las que otros cultivos no pueden. Lo anterior deja una opción para que esta maleza pueda generar biocombustibles.

“Las perspectivas son buenas, pero el riesgo es que se trata de una cosecha rara, con un solo precio y un solo comprador”, dijo Horacio Merialdo, quien cultiva carinata en la localidad pampeana de Suipacha, franja cerealera de la provincia de Buenos Aires, bajo la ayuda de Nuseed, la compañía semillera australiana interesada en expandir este cultivo.

Otras empresas canadienses también tienen en la mira el utilizar la carinata y la camelina para producir biocombustibles.

Y no solo se busca utilizar para tal fin, sino también para producir alimentos para consumo humano. Según explica Mike DeCamp, director ejecutivo de CoverCress, la empresa desarrolladora del carraspique editado: “Estas semillas se van a exportar para alimento de aves de corral. Pero se espera que para 2025 puedan ser procesadas con el fin de fabricar aceite o harina”.

Más información: Reuters